la radio escrupulosa
vuelve a explicarme
que la leña
ya estaba encendida
cuando llegamos
y que no puede culparse a nadie
que los cerrojos
que aprietan mis lágrimas
de furia
son producto
de trabas impositivas
y que no puede culparse a nadie
que la depilación total
derritiéndose histérica
respirando impotente
en mi cara
es parte de un clima
de opinión
y que no puede culparse a nadie
que los pálidos cíclopes
que suben el volumen
de sus ondas gástricas
son sólo ejecutivos
estresados
y que no puede culparse a nadie
y que una pluma
en el desierto
sólo
sirve
como consuelo
y que no puede culparse a nadie
martes, 4 de agosto de 2009
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